El impacto de Jesús en la Historia




El impacto de Jesús en la Historia es enorme. Aún los que no han sido llamados a creer, son partícipes de su huella.
Cristo predica el Evangelio del Amor y del Perdón en una época en la que la crueldad era la nota dominante y cotidiana.

Para Cristo todos somos hijos de Dios. Todos somos iguales sin importar cómo somos por dentro o por fuera. La primera vez que algo así se escuchó fue en Galilea y el que lo proclamó fue Jesús de Nazaret. La igualdad de todos los hombres sea cual sea su raza, su nacionalidad, su religión o sus costumbres son la base del Mensaje de Cristo: Todos somos iguales ante Dios, nadie es mejor ni peor porque no es tarea nuestra juzgar a nuestros semejantes. Hay un Evangelio de la Igualdad y del respeto a nuestros hermanos que proclamado por Cristo cada vez

Los Derechos Humanos. Todos los hombres tenemos derechos inalienables como el derecho a la vida. Jesús, protegiendo de la muerte a la mujer adúltera puso en práctica ese Evangelio del Amor y del Perdón que como hemos visto arriba nos convierte e todos en hijos de Dios e iguales ante Él. Nadie tiene derecho a quitar la vida humana que es creación de Dios. Pero tampoco tiene derecho a deteriorarla vulnerando a la persona física o psíquicamente. Si Jesús perdonó a sus verdugos estando clavado en la Cruz, ¿qué mejor muestra de solidaridad y humanidad?. Esa solidaridad que algunos llevan a tan a gala desde hace tan poco tiempo es algo con lo que los cristianos convimimos desde hace dos milenios en nuestros orfanatos, nuestros hospitales, nuestras leproserías, en los monjes que rescatan esclavos, en las monjas que salvan vidas en los campos de batalla o en los sacerdotes que predican el Evangelio del Amor y del Perdón en un campo de exterminio nazi o comunista.

Este mensaje de Paz y Amor que algunos tratan de echarnos en cara a los cristianos es el Evangelio proclamado por Pedro y Pablo en Roma antes de su martirio. El de ellos y el de todos los mártires de la Iglesia asesinados por su Fe... Y también el de todos los inocentes que murieron por su mano en aquellos detestables tiempos que tanto dolor nos producen.
En el deseo de los países cristianos por progresar en el campo de los Derechos Humanos vemos la mano de Dios y la realización de su Evangelio. En cada nación que renuncia a la pena de muerte o a la tortura vemos la realización del Evangelio porque vemos humanidad y amor entre hijos de Dios. Unos han tardado más que otros, pero poco a poco, los países de tradición cristiana van afianzándose en su largo, lento y muchas veces imperfecto camino hacia el Evangelio del Amor.